Nos situamos en el Aula Episcopal promovida por el arzobispo Dalmau de Mur a mediados del siglo XV. Constituye una de las partes más importantes del palacio bajomedieval y sirvió como capilla para obispos, arzobispos y personajes de la realeza como los Reyes Católicos o la reina María de Castilla.
Este arzobispo fue un gran promotor de las artes y nos traslada a una época en la que Zaragoza fue un crisol de culturas. El espacio es un reflejo de la riqueza de aquel momento, participando en su creación los mejores artistas de la Corona de Aragón.
El diseño arquitectónico sigue el estilo gótico flamígero y fue obra del maestro Isembert, procedente del norte de Europa. En la parte superior se aprecian los restos de la cubierta original, realizada en yeso tallado. Estos restos han salido a la luz en la restauración del edificio después de permanecer ocultos desde mediados del siglo XVI, momento en el Hernando de Aragón, arzobispo y nieto de Fernando el Católico, desfiguró esta capilla dividiéndola en varias alturas.