SALA 6

Esta sala se sitúa en la primera ampliación de la torre románica, levantada tras la conquista de la ciudad por Alfonso I el Batallador en 1118. El encargo lo promovió a finales del siglo XII Alfonso II el Casto, primer rey de la Corona de Aragón. Fue en aquel contexto en el que el palacio se convirtió en el centro del barrio del Salvador, residencia del alto clero y de la jerarquía militar aragonesa que se estaba haciendo cargo del poder local. Coincidiendo con la ampliación románica del palacio, las primeras comunidades cristianas se consolidan y la devoción a la Virgen como madre se afianza en todos los estratos de la sociedad, pudiéndose apreciar en la serie de imágenes románicas y góticas expuestas en esta sala y que abarcan una cronología que transita del siglo XII al XV.

Esta sala se sitúa en la primera ampliación de la torre románica, levantada tras la conquista de la ciudad por Alfonso I el Batallador en 1118. El encargo lo promovió a finales del siglo XII Alfonso II el Casto, primer rey de la Corona de Aragón. Fue en aquel contexto en el que el palacio se convirtió en el centro del barrio del Salvador, residencia del alto clero y de la jerarquía militar aragonesa que se estaba haciendo cargo del poder local. Coincidiendo con la ampliación románica del palacio, las primeras comunidades cristianas se consolidan y la devoción a la Virgen como madre se afianza en todos los estratos de la sociedad, pudiéndose apreciar en la serie de imágenes románicas y góticas expuestas en esta sala y que abarcan una cronología que transita del siglo XII al XV.

 

La Virgen de Nuestra Señora del Salz, del siglo XII y procedente de Zuera, es un claro ejemplo de Virgen trono románica. El conjunto se caracteriza por poseer un gran hieratismo y un profundo simbolismo. La Virgen aparece como trono del Salvador, su hijo, y sosteniendo una bola que sujeta con su mano derecha y que representa la manzana del pecado original, presentándose como la mediadora entre los hombres y Dios. El niño Jesús aparece sentado en el regazo de su madre y sosteniendo el mundo en su mano izquierda. Con este elemento reafirma su papel de gobernador sobre todo lo creado y el papel de la Virgen se amplía, apareciendo como madre de Jesús niño y de Dios.

La Virgen de Nuestra Señora del Salz, del siglo XII y procedente de Zuera, es un claro ejemplo de Virgen trono románica. El conjunto se caracteriza por poseer un gran hieratismo y un profundo simbolismo. La Virgen aparece como trono del Salvador, su hijo, y sosteniendo una bola que sujeta con su mano derecha y que representa la manzana del pecado original, presentándose como la mediadora entre los hombres y Dios. El niño Jesús aparece sentado en el regazo de su madre y sosteniendo el mundo en su mano izquierda. Con este elemento reafirma su papel de gobernador sobre todo lo creado y el papel de la Virgen se amplía, apareciendo como madre de Jesús niño y de Dios.

 

 

 

El portapaz es una pieza litúrgica en la que se depositaba el beso de la paz en la eucaristía. Con esta pieza nos situamos a finales del siglo XIV, momento en el que se acentuó su uso para evitar el contacto entre los fieles de la peste bubónica.

El portapaz es una pieza litúrgica en la que se depositaba el beso de la paz en la eucaristía. Con esta pieza nos situamos a finales del siglo XIV, momento en el que se acentuó su uso para evitar el contacto entre los fieles de la peste bubónica.

 

 

 

La Virgen de la Oliva, del siglo XV, nos introduce en la escultura gótica. A diferencia de las vírgenes románicas pose un mayor humanismo, presentando una relación afectuosa entre madre e hijo y creando con ello una escena más emotiva.

La Virgen de la Oliva, del siglo XV, nos introduce en la escultura gótica. A diferencia de las vírgenes románicas pose un mayor humanismo, presentando una relación afectuosa entre madre e hijo y creando con ello una escena más emotiva.