LA SAGRADA COLUMNA

EL PILAR DE ARAGÓN

El alma de los pueblos es su propia historia y la historia milenaria de Zaragoza está indisolublemente unida al Pilar, que es su esencia. La sagrada columna es el Pilar de Aragón . Nuestra Señora del Pilar es la Patrona de Zaragoza y de Aragón. La Santísima Virgen se apareció según la tradición al apóstol Santiago el Mayor en los comienzos de la predicación evangélica en nuestra tierra.

“Tenemos por guía una columna que no faltó delante de su pueblo jamás, ni de día ni de noche”.

Esta es la inscripción que figura en el centro de la Plaza del Pilar, “salón de la ciudad”, y que explica a todos en el umbral del templo la realidad del sagrado Pilar, que se venera en la santa Capilla. Desde su columna o pilar se ha convertido en el signo visible de su presencia.

El oficio de lecturas en el día de la fiesta, en la segunda lectura, recoge este elogio de nuestra Señora del Pilar: “Según una piadosa y antigua tradición, ya desde los albores de su conversión, los primitivos cristianos levantaron una ermita en honor de la Virgen María a las orillas del Ebro, en la ciudad de Zaragoza. La primitiva y pequeña capilla, con el correr de los siglos, se ha convertido hoy en una basílica grandiosa que acoge, como centro vivo y permanente de peregrinaciones, a innumerables fieles que, desde todas las partes del mundo, vienen a rezar a la Virgen y a venerar su Pilar […]

Abierta la basílica todo el día, jamás faltan fieles que llegan al Pilar en busca de reconciliación, gracia y diálogo con Dios”.

Desde tiempos antiguos ha sido invocada por el pueblo fiel cristiano como “amparo de nuestra fe”, “columna luminosa que guía y sostiene día y noche a su pueblo”. En la oración colecta de su fiesta pedimos “fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor”.

En el himno de Vísperas de la fiesta rezamos: “Esa columna, sobre la que posa / leve sus plantas tu pequeña imagen, / sube hasta el cielo: puente, escala, guía / de peregrinos. Cantan tus glorias las generaciones, / todas te llaman bienaventurada, / la roca firme, junto al Ebro enhiesta, / gastan a besos. Abre tus brazos virginales, Madre, / vuelve tus ojos misericordiosos, / tiende tu manto, que nos acogemos / bajo tu amparo”.

Esta herencia de fe mariana de tantas generaciones – decía el Papa san Juan Pablo II en su estancia en Zaragoza, 6 de noviembre de 1982 – ha de convertirse no sólo en recuerdo, sino en punto de partida hacia Dios. “Las oraciones y sacrificios ofrecidos, el latir vital de un pueblo, que expresa ante María sus seculares gozos, tristezas y esperanzas, son piedras nuevas que elevan la dimensión sagrada de una fe mariana”.

Evocar la historia no es nostalgia del pasado o regodeo narcisista; es vivir el memorial de una tradición que llega viva hasta nosotros y nos impulsa a mirar hacia el futuro con esperanza.

Sin atenerse a las raíces del ayer, los pueblos, las instituciones y las gentes no tienen profundidad.

La historia viva es lo que otorga espesor y sentido a la existencia humana. No hay proyecto sin historia ni utopía sin memoria.

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Agradezco también los esfuerzos de D. Manuel Almor, Vicario General, D. Ernesto Meléndez, Ecónomo Diocesano; D. Mario Gállego, Delegado Diocesano de Patrimonio Cultural.

 

Quiero reconocer también los trabajos de las coordinadoras: Dª Rosa Arnal y Dª Mari Carmen Aguilar, de los asesores D. Luis Roy y Dª Áurea Plou, los técnicos de Línea Diseño, los de montajes Robert, D. Alberto Jarabo del taller de restauración y a D. José Luis Bentué y Gráficas Litocian.

En esta hora del mundo, la Diócesis de Zaragoza, que comienza el curso con una nueva Programación Pastoral 2016-2017 , que tiene como lema Una Iglesia en salida y conversión , siente la necesidad de poner de relieve la presencia singular de la Madre de Cristo en la historia de nuestro pueblo de Aragón. La devoción y el culto a la Virgen del Pilar hoy nos empuja a una vida más humana y más evangélica. Ella nos ayuda a no dejarnos dominar por el miedo y la desesperanza, a comprometernos con pasión en la construcción de un mundo en paz, más justo, más fraterno, más solidario.

En el pórtico de las fiestas de la Virgen del Pilar de este año 2016, abrazados a su Pilar ponemos bajo su manto protector a la Iglesia diocesana, a la sociedad de Zaragoza, a nuestra tierra aragonesa, a sus pueblos y a sus gentes.

Mons. Vicente Jiménez Zamora

Arzobispo de Zaragoza