SAN GABRIEL Y SAN MIGUEL A TRAVÉS DE LA PINCELADA DE FRANCISCO BAYEU.

Dentro de la colección permanente de Alma Mater Museum, encontramos obras de diferentes épocas. Entre los principales ejemplos de arte barrocas destacan los dos óleos sobre lienzo que representan a los arcángeles San Gabriel y San Miguel, procedentes de la parroquia de San Felipe y Santiago en Menor de Zaragoza.  Ambos, fueron realizados hacia 1756 por Francisco Bayeu y Subías (1734-1795), y formaban parte del retablo de San Rafael, también conocido como retrato de los Corazones, de dicha parroquia zaragozana.

Fue Ceán Bermúdez quien confirmó su autoría hace ya doscientos años, adjudicación mantenida por especialistas posteriores.

Francisco Bayeu fue cuñado y maestro de Goya (1746-1828) y desarrolló sus obras a lo largo del siglo XVIII. Alumno también de Luzán, al igual que lo fue Goya, incorporó en su pintura estilemas nuevos, con un dibujo menos rígido que el de Luzán, una pincelada más vibrante y un colorido más vivo. Esta innovación estilística convivió con una iconografía tradicional, como las imágenes que hoy son protagonistas.

Arcángel San Gabriel. Realizado por Francisco Bayeu a mediados del siglo XVIII.
Óleo sobre lienzo.
Situado en la sala XIII del museo.

San Gabriel es uno de los tres arcángeles mencionados en la Biblia, junto a San Rafael y San Miguel. Fue el arcángel enviado para el acto de la Anunciación a María, para anunciarle el nacimiento de Jesús (Luc., 1, 26-38), y suele representarse con un lirio blanco, símbolo de pureza, tal y como lo ha representado en este cuadro Francisco Bayeu. No es el único acto de anunciación que protagonizó, ya que también aparece mencionado en el Antiguo y el Nuevo Testamento, como cuando él mismo anuncia a Zacarías el Nacimiento de San Juan Bautista (Lc., 1, 5-22).

Arcángel San Miguel. Realizado por Francisco Bayeu a mediados del siglo XVIII.
Óleo sobre lienzo.
Situado en la sala XIII del museo.

El otro arcángel representado es San Miguel, considerado el jefe de las milicias celestiales. Su nombre en hebreo significa “quién como Dios”, y encarna el Bien que lucha contra el Mal, al ser el  ángel protector del pueblo de Israel, que se enfrenta a Satanás, expulsándolo finalmente del cielo, junto a sus ángeles en una batalla muy singular descrita en el Apocalipsis (Ap. 12, 1-10)

Se trata de un arcángel guerrero, y como tal, lo representa Bayeu con armadura, alado, joven e imberbe, vistiendo ropas de alto dignatario, una espada recta y un escudo. Todo ello construye su iconografía habitual, junto a la representación del demonio bajo sus pies, y la inscripción ¿Quis ut deus?, traducción latina de su nombre en hebreo.

Como dato curioso, podemos añadir que la importancia de San Miguel fue tal, que ya en el siglo IV se le dedicaban santuarios en Egipto y Constantinopla. Además, son numerosas las apariciones que se describen, quedando como recuerdo de cada una de ellas, un santuario construido en su nombre, como el el Mont Saint Michel, en Abranches, Francia.