El palacio arzobispal: una caja de sorpresas.
Nos adentramos en la sala undécima del Museo Alma Mater, una amplia sala que queda dividida en dos por un gran arco diafragma, donde se exponen diferentes objetos y vestimentas litúrgicas, así como relicarios en torno a un altar.
Vista general de la sala undécima del Alma Mater Museum.
Cuando se llevaron a cabo los trabajos de restauración del palacio arzobispal en la pasada década, de los que venimos hablando en esta serie de publicaciones, la amplia sala se encontraba dividida en dos, y en ella se había construido una escalera, que ya fue derribada. Esta sala limita en su lado este con la capilla renacentista construida en el siglo XVI por el arzobispo don Hernando de Aragón (1539-1575), de manera que al retirar el revestimiento de las paredes se halló un arco que tenía restos de una moldura de yeso, igual a las que presentan los arcos de esa capilla. Además, se identificaron las huellas de unas bóvedas en otros dos muros, por lo que parte de esta sala perteneció a esa capilla, que sería, al menos, un tramo más amplia.
Figuras medievales de piedra descubiertas en la restauración del palacio arzobispal.
Otras sorpresas que escondía este espacio se encontraban ocultas en un extremo de la sala, donde se encontraba un paso de comunicación entre otras estancias del edificio. En ese lugar, aparecieron durante los trabajos de desescombro dos figuras medievales talladas en piedra, que datan del siglo XV: una de ellas representa un animalillo que vuelve su cabeza curiosamente, y la otra representa un rostro humano. Ambas se encuentran expuestas en el museo, pues forman parte de la historia de este palacio.
Bibliografía:
BOROBIO SANCHIZ, J. y BOROBIO SANCHIZ, S., Museo Diocesano de Zaragoza. Biografía de una restauración, Zaragoza, Museo Diocesano de Zaragoza, 2011.
BUESA CONDE, D. J. y BOROBIO SANCHIZ, J., “El Museo Diocesano de Zaragoza. Su proceso de creación”, Artigrama, núm. 29, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte, 2014, pp. 37-64.