Descubriendo las “Casas del obispo”

Volvemos la vista atrás, a los momentos previos a la restauración del palacio arzobispal para conocer el aspecto de las salas que hoy forman parte del museo Alma Mater. Por entonces, las salas seis y siete del museo, donde actualmente se exponen obras representativas de la escultura románica y gótica en la región, estaban compartimentadas en pequeñas estancias que hacían las funciones de almacén y archivo. Al igual que venimos viendo en el resto de los espacios del museo, tras los muros se escondían algunas sorpresas.

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Vista general de la sala sexta del Alma Mater Museum.

En la primera de estas salas, la más oscura del edificio por entonces, se encontró el acceso a la torre medieval del siglo XII, donde hoy se encuentra la recepción del museo. Aquella torre construida en torno al año 1124 por el obispo Pedro de Librana (1119-1128), sobre un solar donado por el rey Alfonso el Batallador (1104-1134) y el señor de Zaragoza, el vizconde Gastón de Bearne, pronto se convirtió en el núcleo de un conjunto de construcciones que serían conocidas en la Edad Media como las “Casas del Obispo”

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Vista general de la sala séptima del Alma Mater Museum.

La torre se consolidó con la construcción de otra edificación similar que fue levantada en el reinado del monarca Alfonso II el Casto (1164-1196), hacia 1170, y que se adosaría a la primera, acercándose así a la catedral. Desde la residencia del obispo, el rey Alfonso II controló posiblemente la ejecución de la cabecera románica de la Seo, mientras se alojase en este lugar. De la torre erigida en la segunda mitad del siglo XII se conserva su acceso de piedra, situado justo enfrente de la puerta de la torre primitiva. Sin embargo, la torre no se conserva en altura, pues fue desmochada para levantar la ampliación del palacio emprendida por el arzobispo don Lope Fernández de Luna (1351-1380), ya que progresivamente se fueron añadiendo zonas de habitación.

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Albañal construido en el palacio arzobispal en el siglo XIV.

Al acceder a la siguiente sala, nos adentramos en esta ampliación, realizada en la segunda mitad del siglo XIV. De este periodo procedería la cloaca descubierta en el proceso de restauración realizado en la zona, una estructura que recorre por completo la estancia bajo el suelo, que ahora es visible en uno de sus rincones. Finalmente, decir que en el año 1372 tuvo lugar un incendio en el edificio, por lo que, tras aquella catástrofe, el rey Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) y el arzobispo acordaron la cobranza de primicias destinadas a su reconstrucción, documentándose en esa década, además, algunas labores de decoración.

 

 

 

 

 

Bibliografía:

BOROBIO SANCHIZ, J. y BOROBIO SANCHIZ, S., Museo Diocesano de Zaragoza. Biografía de una restauración, Zaragoza, Museo Diocesano de Zaragoza, 2011.

BUESA CONDE, D. J. y BOROBIO SANCHIZ, J.,  “El Museo Diocesano de Zaragoza. Su proceso de creación”, Artigrama, núm. 29, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte, 2014, pp. 37-64.

CHIRIBAY CALVO, R., “Algunos apuntes para el conocimiento del Palacio Arzobispal de Zaragoza”, Aragonia Sacra, núm. I, Zaragoza, Arzobispado de Zaragoza, 1986, pp. 29-51.

OLMO GARCÍA, A., “El palacio mudéjar de Don Lope Fernández de Luna, Arzobispo de Zaragoza”, Aragonia Sacra, núm. XXI, Zaragoza, Arzobispado de Zaragoza, 2011, pp. 237-248.