Una sala con muchas historias que contar.
Dejando atrás la capilla gótica del palacio, llegamos a la denominada “Sala de los cuatro momentos”, que recibe ese nombre por el contenido que alberga: la historia del palacio arzobispal mostrada en cuatro paneles con imágenes que ilustran el pasado de este lugar.
Antes de que comenzasen los trabajos de restauración del edificio, el espacio era utilizado como archivo temporal, por lo que se encontraba abarrotado de cajas y estanterías metálicas que guardaban documentos y libros. Previamente, parece que ahí se habían almacenado otros enseres.
Hoy su aspecto es bien diferente, pues se han retirado los grandes maderos que formaban su techo, y la gran viga sobre la que estos se sostenían, que se apoyaba a su vez sobre una columna. Un pilar de nueva fábrica recuerda hoy a esa columna, que articula en torno a ella el discurso de la sala. Pero también, la restauración de este espacio trajo consigo interesantes hallazgos, ya que, al levantar el viejo suelo de mortero se descubrió un pavimento del siglo XVIII, formado por azulejos pintados con alegres flores amarillas. Y las paredes escondían otra curiosidad, porque al apartar los tabiques de ladrillo que cubrían los muros quedó visible una montea, un boceto de una concha que se representa de frente y de perfil, y que recuerda mucho a las que decoran la fachada neoclásica de la Seo, construida en el siglo XVIII.
Bibliografía:
BOROBIO SANCHIZ, J. y BOROBIO SANCHIZ, S., Museo Diocesano de Zaragoza. Biografía de una restauración, Zaragoza, Museo Diocesano de Zaragoza, 2011.