El hallazgo de una capilla gótica.
Una de las mayores sorpresas que trajeron consigo las labores de restauración del palacio arzobispal en la pasada década, fue el feliz descubrimiento de la capilla gótica que había sido construida junto al torreón medieval en torno al que se fue conformando el edificio. Puesto que se conocían diferentes noticias que hablaban de la existencia de la antigua capilla, se creía esta había servido para construir, en el mismo lugar, la capilla levantada a instancias del arzobispo don Hernando de Aragón (1539-1575).
En la reforma emprendida por este prelado en el siglo XVI, la antigua capilla, construida en tiempos del arzobispo don Dalmau de Mur (1431-1456), fue dividida en tres partes mediante forjados, creando tres estancias independientes en altura, con las que se daba continuidad a las diferentes plantas. Con el paso del tiempo, en sucesivas remodelaciones se habían añadido elementos como escaleras, armarios empotrados, tabiques y techos falsos, que complicaban aún más la estructura del espacio. Así, de forma previa a la restauración, en la planta de semisótano se hallaba un almacén húmedo y oscuro, en el lugar donde anteriormente se habían encontrado las cuadras del palacio (al igual había ocurrido en la zona de semisótano del torreón medieval). Sobre esta estancia se hallaba otra, con una bóveda y carente de uso, y una superior que precedía al salón del trono. Esta última estancia, situada en la planta noble, había sido decorada a comienzos del siglo XX de forma similar al salón del trono; hoy sólo queda de ella el marco de la puerta de acceso al salón principal y el gran boceto de Ruizanglada para la decoración pictórica de la basílica del Pilar, que se expone actualmente en la cafetería del museo.
Así narran el hallazgo los arquitectos responsables del proyecto y la dirección de las obras, Javier y Sonsoles Borobio:
“Fue durante el saneamiento del muro oeste de la sala de la primera planta cuando salió a la luz lo que parecía ser un trozo de piedra de yeso tallada. Al limpiarlo y despejar la zona de alrededor, se descubrió que ese pequeño trozo de yeso no era sino el cabo del hilo del que habríamos de tirar para acabar descubriendo uno de los trabajos arquitectónicos, de tracería gótica, más importantes de la región”.
La capilla había perdido sus bóvedas en la reforma renacentista, pero aún se conservaban, tras los muros, las yeserías que decoraban los lunetos apuntados bajo ellas. Este delicado trabajo en yeso puede contemplarse hoy cómodamente desde el puente instalado para comunicar las salas de la planta noble del edificio.
Bibliografía:
BOROBIO SANCHIZ, J. y BOROBIO SANCHIZ, S., Museo Diocesano de Zaragoza. Biografía de una restauración, Zaragoza, Museo Diocesano de Zaragoza, 2011.
BOROBIO SANCHIZ, J., “Testimonio. La sala gótica recuperada en el Palacio Arzobispal de Zaragoza”, en: Aguilera Aragón, I. y Ona González, J. L. (coords.), Delimitación comarcal de Zaragoza, [Zaragoza], Gobierno de Aragón, Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior, 2011, pp. 191-192.
BUESA CONDE, D. J. y BOROBIO SANCHIZ, J., “El Museo Diocesano de Zaragoza. Su proceso de creación”, Artigrama, núm. 29, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Departamento de Historia del Arte, 2014, pp. 37-64.
IBÁÑEZ FERNÁNDEZ, J., La capilla del palacio arzobispal de Zaragoza en el contexto de la renovación del Gótico final en la Península Ibérica, Zaragoza, Museo Diocesano de Zaragoza, 2012.