BLASCO DE GRAÑÉN, UN ARTISTA BRILLANTE

 

 

Sala 9 de Alma Mater Museum, en origen salón gótico mudéjar del Palacio Arzobispal de Zaragoza. A la derecha, tabla de Blasco de Grañén con la escena de San Martín de Tours; a la izquierda, escena de San Miguel.

Hay artistas que tiene un estilo único, a pesar de enmarcarse en una corriente estilística con rasgos más o menos estandarizados. Uno de ellos es Blasco de Grañén, considerado como uno de los mejores pintores góticos aragoneses del segundo cuarto del siglo XV.

Blasco de Grañén, también conocido como “Maestro de Lanaja”, está documentado en Zaragoza entre 1422 y 1459. Durante ese tiempo adquirió una fama tal que le llevó a ser pintor del rey Juan II de Aragón.

En la sala 9 de Alma Mater Museum podemos ver dos tablas de este artista medieval: San Miguel Arcángel y el dragón, y San Martin cortando la capa con un pobre  (1445). Ambos casos se encontraban en origen integrados en un retablo, ya que esta tipología de piezas, junto a decoraciones en la  Diputación del Reino de Aragón, ataúdes para religiosas y escudos eran los encargos que recibía con mayor frecuencia.

Como pintor de retablos fue uno de los más destacados en Aragón. Su primera obra documentada es el retablo de la localidad de Loscos, en 1427. En 1435 realizo su primera obra en Zaragoza para la iglesia del convento del Carmen. También trabajó en Albalate del Arzobispo, Tarazona y Ejea de los Caballeros. Además, se conocen interesantes atribuciones, como el retablo de San Blas, de la Virgen y de Santo Tomás Bécket, de la iglesia de San Blas, de Anento.

 

María Virgen de los cielos. Temple sobre tabla. Blasco de Grañén. Hacia 1437-1439. Iglesia de Santa María la Mayor, Albalate del Arzobispo, Teruel.

Su formación estuvo inmersa en la primera generación del Gótico Internacional, estilo surgido a finales del siglo XIV y que introdujo las características propias y la influencia de la Corte Borgoñona. Este ambiente en el que se fraguaron sus primeras pinceladas dan sentido a algunos de sus rasgos más genuinos, como por ejemplo,  la combinación de un dibujo muy expresivo y un cromatismo rico para dar forma a las figuras que emergen de fondos, nimbos y ropajes profusamente dorados. Todo ello construyendo un realismo descriptivo que preconiza la evolución del estilo gótico hacia el naturalismo flamenco a lo largo de la primera mitad del siglo XV.

 

Para completar el panorama artístico aragonés, en la misma sala del museo en la que sitúa su obra, pueden verse otros artistas de renombre, con un estilo hispano-flamenco evidente, como Miguel Ximénez y Martin Bernat. Todos ellos cobijados bajo una techumbre mudéjar del siglo XIV.