LA CURIOSA HISTORIA DE LOS HUEVOS DE PASCUA

¿Por qué será que para estas fechas vemos tantos “huevos de Pascua” en las pastelerías? ¿Qué tendrá que ver con el Domingo de Resurrección y el Lunes de Pascua? Son una de esas cosas que vemos y hacemos desde siempre, y hoy vamos a contaros más a fondo su origen.

Si retrocedemos casi dos mil años en el tiempo, encontramos el origen de esta tradición. Cuenta la historia que María Magdalena fue a predicar por el sur de Francia tras la resurrección de Jesús. En su viaje, tuvo ocasión de cenar con el emperador Tiberio. Cuando el emperador romano la vio llegar con un huevo en el regazo y escuchó su mensaje: “Jesús había resucitado”, se mofó de ella diciendo: “un hombre puede volver de la muerte tan fácil como el huevo que tiene en su mano puede volverse rojo”. Acto seguido, el huevo se volvió rojo.

A partir de este suceso, se difundió por muchos lugares del mundo esta tradición, convirtiéndose el huevo en símbolo de la Resurrección y aportando cada uno su toque original. Fue el papa Julio III, en el siglo IX, quien prohibió consumir huevos durante la Cuaresma, hasta llegar la Pascua, por este mismo simbolismo. La cáscara se la representa la tumba de Cristo y, por este motivo, se quiebra el domingo de Pascua, representando así el hecho de que Jesús resucitó y salió de su sepulcro.

Esta idea simbólica del huevo como germen de vida, en el caso del cristianismo materializado en la Resurrección de Cristo, lo encontramos en numerosas culturas, en diferentes épocas y lugares. Desde  tiempos remotos, era símbolo de fertilidad, esperanza y renacimiento. Por ejemplo, en tumbas prehistóricas en Suecia y Rusia, se han encontrado huevos de arcilla. En zonas de Polinesia o Indonesia, se situaba antiguamente el origen del mundo en “el huevo cósmico”. En la mitología egipcia  revestía especial importancia, ya que el Ave Fénix volvió a renacer tras quemarse, y lo hizo en el mismo huevo que lo había creado al principio. También los hindúes relatan que el mundo se creó a partir de un huevo.

Desde el principio se convirtió dentro del cristianismo en un regalo muy frecuente entre amigos y familiares, pero al no poderse comer durante tantos días, y no existir frigorífico por aquellos tiempos, se extendió la costumbre de cubrirlos de cera, para preservarlos mejor y, además, servir de soporte para llenarlos de colorido. En algunos países europeos, tienen por costumbre decorar los huevos el Jueves Santo, para luego romperlos el Domingo.

Esta costumbre de regalarse entre amigos huevos decorados tiene varios precedentes, como en el Antiguo Egipto y Persia, cuando los amigos intercambiaban huevos decorados cuando comenzaba la primavera, simbolizando el renacer de la naturaleza.

Pero, ¿cuándo pasó de regalarse un huevo de verdad pintado a regalarlo hecho de chocolate? Fue en el siglo XVIII cuando comenzaron a hacerse huevos de Pascua de chocolate, convirtiéndose en un rico postre. Puede que algunos de vosotros les llaméis también “monas” de Pascua. Esta expresión proviene muy posiblemente del término árabe “munna”, que significa “provisión de la boca” y que consistía en un bollo dulce que regaban los moriscos a sus señores.

Le llamemos de una forma u otra, es un rico postre que todavía se disfruta en días el lunes de Pascua, día en el que se conmemora la muerte y resurrección de Cristo y comienza el Tiempo Pascual. Este nuevo período abarca 50 días, concluyendo el domingo de Pentecostés.