La Asunción de la Virgen

El 15 de agosto se conmemora la Solemnidad de la Asunción de la Virgen, una festividad celebrada por los cristianos de todo el mundo. El origen de esta celebración nos traslada a los primeros tiempos de la Iglesia, cuando los cristianos mantuvieron que el lugar que algunos reconocían como tumba de María, fuera de Jerusalén, estaba vacío.

La Asunción de la Virgen. El Greco. 1577. Óleo sobre lienzo.

A pesar de estos inicios tan remotos se celebra desde hace tan solo un siglo. Concretamente fue el Papa Pío XII quien definió oficialmente el dogma de la Asunción en 1950, a través de una declaración “excathedra” en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus. Hasta ese momento fueron muchos los santos que escribieron sobre esta experiencia de la Virgen, y fue a través de sus escritos como se fue configurando el cuerpo de este dogma, conocido comúnmente como “Asunción de María” y denominado inicialmente como “Dormición de la Virgen”.

Uno de los relatos más reveladores es el narrado por San Juan Damasceno, en el Concilio de Calcedonia del 451 d.C. y que viene a decirnos que habiendo muerto María delante de todos los apóstoles, cuando fueron a abrir su tumba al cabo de un tiempo, se la encontraron vacía. A raíz de esta experiencia los apóstoles concluyeron que Dios la había elevado en cuerpo y alma al cielo.

La trascendencia de este dogma ha influido de alguna manera en que el mes de agosto sea el que más celebraciones marianas tiene en todos los rincones, bajo distintos títulos y advocaciones: tanto en ciudades de gran peso histórico, como la Virgen del Sagrario en Toledo, como en pueblos escondidos en el Pirineo oscense, como es el caso de la Virgen de las Nieves, en Sallent de Gállego.